Es muy importante si viajas en fin de semana. No se trata de elegir un hotel que esté cercano al puerto de Tel Aviv o a la playa. Tampoco me estoy refiriendo a que nos alojemos cerca de el Jardín de la Cumbre, o que los múltiples bares nocturnos nos pillen cerca para no “perdernos” a la vuelta. Los arquitectos querrán estar en plena Ciudad Blanca, con sus edificios Bauhaus de formas geométricas limpias, pero no se trata de escoger hotel. Se trata de escoger habitación.
Porque el fin de semana tal como lo entendemos, comprende el sábado y el sábado es el día sagrado en la religión Judía. Y según los preceptos del judaísmo ese día hay que abstenerse de cualquier tipo de trabajo. Existen hasta 39 categorías de actividades prohibidas entre las que se encuentran hacer lazos, unir o separar hilos, apagar o encender fuego, o escribir o borrar 2 letras o más. Es decir, los judíos ortodoxos no hacen nada.
Por supuesto que los visitantes podrán disfrutar de la vibrante vida de Tel Aviv sin notarlo, no todos respetan esta norma, una de las entregadas a Moisés junto a los otros 9 mandamientos. Sin embargo, en el hotel sí observaremos cosas diferentes. La primera serán los carteles que hay en las puertas de las habitaciones. Habrá algunos de “No molestar”, otros de “Limpien la habitación”, pero también los habrá de “Observador del Shabbat”. El huésped/es de dicho cuarto está pidiendo a clientes y empleados del hotel especial respeto ese día.
Pero el protagonista de este artículo es el “Ascensor del Shabbat” que te hará pasar una noche toledana si te pilla cerca. Este ascensor parará 24 horas, día y noche en cada una de las plantas incesantemente, evitando así que se tenga que pulsar el botón, lo que supondría una ruptura de la regla por parte de los que opinan que no se puede manejar ese día ningún aparato tecnológico. Por tanto el consejo es que te asegures alojarte lejos del incansable “Ascensor del Shabbat” si eres tú el que quiere descansar.
¿Será por eso por lo que a Tel Aviv se le llama “la ciudad que nunca duerme“? La respuesta es no; los locales de ocio nocturno han proliferado mucho en esta joven ciudad, al igual que bares, restaurantes, salas de expociciones, etc. así que esa noche de desvelo se puede emplear en pasarlo bien entre gente menos religiosa. Y aunque hay que preparar el dinero, pues nos encontraremos en una de las ciudades más caras del mundo, en Tel Aviv se puede disfrutar de la comida, la bebida y el estilo de vido propio de la gente que vive a orillas del Mediterráneo.
Lo del ascensor me parece un poquito excesivo, realmente es trabajar pulsar a un botón?
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¿Pues no es más trabajoso esperar a ese ascensor, que debe tardar un poco en volver a estar en la planta baja, que pulsar el botón?
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Lo trabajoso es conciliar el sueño si te toca al lado,…¡y lo digo por experiencia!
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